En el Día Mundial contra los agro venenos, protejamos las abejas

El pasado jueves 26 de noviembre se aprobó en la Asamblea Legislativa de Costa Rica un proyecto de ley bajo el expediente N.º 21982, en el cual se declara a las abejas de “interés público” y se decreta un día en su honor. Este es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, para consolidar una verdadera protección a las abejas hay que prohibir los agroquímicos que las asesinan. En este sentido, hoy 3 de diciembre, un día mundial de lucha contra los plaguicidas, es urgente detener y revertir el proceso de flexibilización de la normativa de registro de agrotóxicos en el país y hacer los análisis de evaluación de riesgo ambiental a los productos químicos.

En lo que va del año, el país ha reportado al menos diez casos de intoxicaciones masivas en apiarios y se estima que han muerto unos 60 millones de abejas. Pero son muchos millones más de abejas, insectos y microorganismos que mueren a diario sin ser contabilizados. La causa central de esta masacre es la agricultura industrial de exportación, que coloca frutas baratas con externalidades incalculables y, como si esto fuera poco, se contaminan las fuentes de agua de las comunidades, la vida silvestre, los ecosistemas cercanos y las personas que trabajan y viven cerca de estas plantaciones.

Según el proyecto de ley aprobado por las y los diputados, el Estado deberá tomar las medidas preventivas y progresivas, entre otros aspectos, para “adoptar prácticas respetuosas con las abejas y otros polinizadores y así hacer frente a los impulsores directos e indirectos de la disminución de las abejas y otros polinizadores a nivel nacional y local, en temas transversales como la diversidad biológica, la seguridad alimentaria, los productos químicos y la contaminación, la reducción de la pobreza, el cambio climático, la reducción del riesgo de desastres y la lucha contra la desertificación”.

Esto suena bien, pero no parece suficiente para garantizar la sobrevivencia de las abejas, los alimentos dependientes de la polinización, y, como consecuencia, de la humanidad. Recordemos que sin abejas no hay agricultura. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), más del 75% de los 100 cultivos que proporcionan la mayoría del alimento para los seres humanos son polinizados por abejas. La acción polinizadora de las abejas está probada como crucial para el ciclo vegetal de la flora: sin abejas no hay alimentos. Sin embargo, estos vitales insectos están en peligro a nivel mundial a causa de los plaguicidas que aún se aplican en muchos países, incluido el campeón del mundo: Costa Rica.

Desde hace más de una década se viene investigando la relación que tiene el uso de plaguicidas con la rápida y preocupante disminución en las poblaciones de abejas a nivel global. Según el Estado de la Nación de este año, en las estadísticas oficiales del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE, 2020) en el último quinquenio, la compra de agroquímicos en el exterior pasó de 13.189.464 kilogramos de ingrediente activo (k.i.a) a 18.091.4539; es decir, se dio un incremento del 37,2%.

Asimismo, según el SFE-MAG entre 2017 y 2019 se importaron 206 tipos de ingredientes activos. El 49,1% correspondió a mancozeb, seguido, muy por debajo, de glifosato, 2,4-D, clorotalonil, diazinón, paraquat y etoprofós (con rangos menores al 7% en cada caso). Estos siete ingredientes representaron en conjunto tres cuartas partes del total adquirido. Algunos de estos plaguicidas son responsables de las muertes de abejas y otros insectos, pero la más estudiada es la relación de los plaguicidas llamados “neonicotinoides” con la rápida y preocupante disminución en las poblaciones de abejas a nivel global. En 2018 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria concluyó, a través del estudio de la evidencia científica, que el uso de los neonicotinoides en la agricultura sí representa un riesgo para las abejas, tanto para las silvestres como para las abejas de miel (https://www.efsa.europa.eu).

A raíz de este informe, la Unión Europea llegó a un consenso en abril del 2018 y decidió prohibir el uso de tres de estos compuestos: clotianidina, thiametoxam e imidacloprid, los cuales son utilizados en los cultivos de maíz, algodón y girasol, entre otros (http://www.elmundo.es). La comisión de Ambiente del Parlamento Europeo (PE) asegura que los insecticidas neonicotinoides suponen «riesgos muy agudos» para las abejas.

Esta decisión tomada por la Unión Europea fue la base para que este tema llegara a la Sala Constitucional de nuestro país, donde el tribunal estudia un recurso de amparo en el que se solicita obligar al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) a tomar medidas que restrinjan el uso de los agroquímicos neonicotinoides. La demanda fue interpuesta por el diputado José María Villalta.

Hace un año la Sala Constitucional ordenó al MAG realizar estudios sobre los efectos letales que tienen los agroquímicos neonicotinoides sobre las poblaciones de abejas, mediante la sentencia 2019-24513. Sin embargo, por la defensa del uso de neonicotinoides que ha adelantado el MAG en el recurso de amparo, así como el fuerte cabildeo de las cámaras de importación de venenos y la insistencia de sacar del registro de plaguicidas al Ministerio de Ambiente (Minae) y al Ministerio de Salud, ya sabemos que los estudios no prohibirán ningún agroveneno.

El poder de las empresas propietarias de los neonicotinoides es tan grande que lograron que el gobierno de Francia hiciera una excepción al uso de estos agrotóxicos para que sean aplicados en monocultivos de remolacha azucarera. Pese a esto, los apicultores y ecologistas franceses aseguran que llevarán dicha medida a los tribunales.

Un reciente reportaje de Radio Francia Internacional asegura que desde los años 90, cuando se permitió el uso de los neonicotinoides en el país, el 85% de los insectos -entre ellos las abejas- han desaparecido de los campos franceses (Pérez, 2020). Según el mismo reportaje, Jean Marc Bonmatin, del Centro Nacional de Investigación Científica, afirma que los neonicotinoides son entre siete y 10.000 veces más tóxicos que el famoso DDT, prohibido hace 30 años. Este científico es autor de varios de los 1.222 estudios científicos que evidencian el desastroso efecto de estos venenos sobre el ambiente, la biodiversidad y la salud humana. Estos estudios alertan que el 40% de los invertebrados polinizadores, como las abejas, están despareciendo del planeta; al igual que el 16% de polinizadores vertebrados, como los murciélagos; y que el 97% de alimentos del planeta contienen neonicotinoides -un 42% por encima de la norma autorizada-.

Tal como lo señalan científicos y apicultores en todo el mundo: la salud de las abejas está relacionada con la biodiversidad, la producción de alimentos y la salud ambiental. En Costa Rica se encuentran más de 650 especies de abejas de las cuales 58 son especies de abejas sin aguijón que se agrupan socialmente con géneros diversos y abundantes, como por ejemplo la Cephalotrigona, Frieseomelitta, Nannotrigona, Partamona, Plebeia, Scaptotrigona, Scaura, Trigona, Tetragona, Tetragonisca, (Espinoza y colaboradores, 2015).

Siendo Costa Rica un país con una alta diversidad biológica y que se promueve como un país protector del ambiente, surgen muchas interrogantes: ¿Se ha realizado la correspondiente evaluación de riesgo ambiental para garantizar la protección del ambiente al momento de registrar estos agro venenos?, ¿qué acciones van a tomar las autoridades en Costa Rica a la luz de este nuevo proyecto de ley de protección a las abejas? Aún sin tener respuestas a esas preguntas debería aplicarse el principio precautorio y prohibir dichos plaguicidas. Además, partiendo de que en Europa se prohíben estos plaguicidas -teniendo una sola especie de abeja europea (Apis mellifera)- y que en el país tenemos más de 650, muchas de ellas nuevas para la ciencia: ¿no deberíamos ir a la vanguardia de Europa y prohibir estos venenos?

Hoy celebramos por las abejas y por toda la humanidad porque sin abejas no hay cosechas, sin cosecha no hay comida y sin comida no hay vida.

(*) Fabián Pacheco es Msc en Agrobiología; Mauricio Álvarez es docente de la Universidad de Costa Rica y del IDELA – Universidad Nacional (UNA); Henry Picado es apicultor y co-editor de la revista La Agroecóloga. Correo: bloqueverdeecologista@gmail.com

Referencias:

Espinoza, F. 2015. Guía Práctica de Identificación de Abejas Nativas sin Aguijón (Apidae, Meliponini) por medio de sus entradas. Centro de Investigaciones Apícolas Tropicales, Universidad Nacional. Departamento de Publicaciones UNA. Primera Edición. 67pp.

Pérez, A. 2020. El retorno a Francia de los asesinos de las abejas. Radio Francia Internacional. Recuperado en https://www.rfi.fr/es/programas/francia-hoy/20201127-el-retorno-a-francia-de-los-asesinos-de-las abejas?fbclid=IwAR1Xb113xGPKafdubzz63P9plWSbNmcrC9JyuS9k2JubeUfApbjnnkP9-kI

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