Por Guido Barrientos
Biólogo, agroecólogo y permacultor
Avispados agroecologos y agroecologas, en el pasado Congreso Latinoamericano de Agroecología, organizado por la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA) y realizado en Ecuador del 2 al 5 de octubre 2018, se planteó con claridad las dos visiones opuestas de lo que hoy día se llama agroecología.
Una visión pretende que la agroecología es un “medio” más para reducir los problemas ocasionados por el sistema alimentario internacional, dominado por las transnacionales agroalimentarias y apoyadas por muchos gobiernos, empresas privadas, centros de investigación e instituciones internacionales. Y que impulsa una forma de producción agrícola basada en los monocultivos y el uso de agroquímicos, que está generando gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático, la erosión de los suelos fértiles y la reducción de la biodiversidad. Y le restan el contenido social y político de la agroecología.
La otra visión, es la que parte de reconocer el aporte del conocimiento campesino y ancestral en la producción agrícola, y de su legítimo derecho de tener bienestar, que recoge el sentir de La Vía Campesina: “la agroecología es una alternativa a la producción industrial de alimentos y como una palanca para la transformación del sistema alimentario en algo mejor para las personas y para el ambiente”. Esto implica que la agroecología es ciencia al buscar explicaciones científicas de cómo funcionan los agroecosistemas, es práctica pues impulsa formas de cultivar de manera más sostenible sin utilizar agroquímicos y es movimiento al sumar a los actores sociales que luchan por una agricultura más justa social e ecológicamente, por soberanía alimentaria y cuidar las semillas criollas.
Definitivamente a nosotros y nosotras nos interesa una agroecología que se construya desde abajo, al servicio de la necesaria transformación de las estructuras de poder actuales y que dé “el control de las semillas, la biodiversidad, la tierra y los territorios, el agua, el conocimiento, la cultura y el bien común en manos de los pueblos que alimentan al mundo” (dicho por La Vía Campesina en 2014).