Existen insectos benéficos que debemos aprender a reconocer, respetar y favorecer, si realmente queremos restablecer sistemas productivos sostenibles y resilientes a los efectos del cambio climático.
Daniela Azofeifa Jiménez y Manuel A. Zumbado Arrieta
La agricultura tradicional entendía, en alguna medida, la importancia de las relaciones ecológicas que regulan las poblaciones de insectos plaga y el reciclaje de nutrientes. Además, los agricultores consideraban la influencia de las lluvias, protegían sus fuentes de agua y producían y mejoraban sus propias y diversas semillas. Sin embargo, con el advenimiento de la hoy fallida revolución verde nos volvimos dependientes de insumos externos, dejamos de utilizar las prácticas tradicionales y olvidamos la importancia de las relaciones ecológicas; de tal manera que, cuando el suelo es poco fértil, mecánicamente utilizamos fertilizantes sintéticos y, si tenemos plagas, utilizamos pesticidas agrotóxicos.
Actualmente, el control de plagas se basa principalmente en el uso intensivo de agrotóxicos, que ha demostrado su ineficiencia tras la aparición de plagas resistentes, contaminación ambiental y perjucio a la salud humana. Además, afecta negativamente a los insectos polinizadores de nuestros cultivos y a los reguladores de las poblaciones de herbívoros, creando una ruptura en los mecanismos de autorregulacion de los agroecosistemas y un aumento en las poblaciones de plagas.
La agroecología promueve prácticas para restablecer las poblaciones de enemigos naturales y fortalecer las interacciones depredador-presa, parasitoides-hospederos, polinizador-planta, entre otros, basándose en la diversificación de cultivos. También provee recursos alimenticios y refugio, reduciendo el uso de agroquímicos y creando las condiciones adecuadas para que se establezclan los insectos benéficos.
Pero de alguna manera, el desconocimiento de las relaciones ecológicas que autorregulan las poblaciones plaga impide la aplicación de controles alternativos al uso de plaguicidas. Por este motivo, la serie Nuestros Aliados en las Fincas fomenta el conocimiento y el uso de los insectos benéficos que debemos aprender a reconocer, respetar y favorecer, si realmente queremos restablecer sistemas productivos sostenibles y resilientes a los efectos del cambio climático.
Las mariquitas depredadoras (Coleoptera: Coccinellidae)
Las mariquitas o vaquitas son unos de los insectos benéficos más conocidos. Son depredadores generalistas. Los adultos y larvas se alimentan principalmente de áfidos (Aphididae), mosca blanca (Aleyrodidae), escamas (Pseudococcidae), cochinillas (Coccoidea) (Hemiptera), y ácaros (Arachnida: Acari); y algunos se alimentan de hongos. Cuando las presas escasean, consumen huevos de mariposas y abejones, larvas de otros insectos, trips, frutas, secreciones azucaradas, polen y néctar de las flores y hasta pueden ser caníbales.
Se consideran depredadores clave en programas de control biológico. El primer éxito en el control biológico clásico ocurrió en 1888 cuando en Estados Unidos se introdujo la mariquita Rodolia cardinalis (Col.: Coccinellidae), llevada desde Australia para controlar la escama algodonosa de los cítricos Icerya purchasi (Hemiptera: Margarodidae). Este caso se considera el inicio del control biológico a nivel mundial. Sin embargo, introducir especies no siempre tiene un resultado positivo. La mariquita asiática Harmonia axyridis fue introducida en muchas partes del mundo para controlar plagas; pero ahora se considera una plaga en sí misma, debido a que está desplazando las especies de mariquitas nativas, es muy abundante y en ciertas condiciones puede alimentarse de los cultivos que se busca proteger. Por lo tanto, es importante promover el uso de especies nativas para evitar efectos devastadores en la biodiversidad de un país.
En Costa Rica están presentes al menos 38 especies de Coccinellidae. A continuación algunos ejemplos de su dieta: Azya orbigera se alimenta de la escama verde del café Coccus viridis (Hemiptera: Coccidae); Cycloneda sanguinea depreda mosca blanca Bemisia tabaci, el vector de la enfermedad del dragón amarillo en cítricos Diaphorina citri (Hemiptera: Psyllidae) y varias especies de áfidos; y las larvas y adultos de Psyllobora confluens depredan hongos fitopatógenos “oidio” que afectan a las cucurbitáceas.
Por otro lado, las especies del género Epilachna son plagas de menor importancia en leguminosas, solanáceas, amarantáceas y cucurbitáceas. Las larvas y los adultos se alimentan de las hojas, evitando las nervaduras y provocando un daño de apariencia esqueletizada.
Ciclo de vida de las mariquitas, familia Coccinellidae
Las hembras ponen hasta 1,000 huevos durante su vida. Los huevos son de color amarillo, colocados sobre las hojas en grupos de 10 a 20. Las larvas tardan unos pocos días en salir y llegan a consumir su propio peso en áfidos todos los días. Son depredadoras activas y pueden recorrer varios metros buscando a sus presas. Tienen tres pares de patas y fuertes mandíbulas; su apariencia es variable (Figura 3), algunas tienen aspecto espinoso y otras algodonoso. La pupa se forma sobre las hojas o tallos y en poco más de cinco días emerge el adulto.
¿Cómo las reconozco?
Estamos acostumbrados a ver las mariquitas rojas con puntos negros, que miden unos 10 mm; pero existen especies diminutas, incluso de 1 mm de longitud (Figura 3). Los Coccinellidae tienen el cuerpo ovalado o casi redondo de colores llamativos, el dorso es convexo y el vientre plano. La cabeza está parcial o totalmente escondida. Las antenas se ensanchan gradualmente hacia el final, son cortas o muy cortas. Tienen patas con tres segmentos aparentes. Se pueden confundir con los Chrysomelidae, que son abejones herbívoros de importancia; pero estos tienen antenas filiformes (como un hilo) y largas, generalmente con la cabeza visible dorsalmente y las patas con cuatro segmentos aparentes.
¿Cómo las favorezco?
Las larvas y adultos de Coccinellidae son muy voraces; una vez que hayan consumido todas sus presas se movilizan en busca de alimento. En otras palabras, son difíciles de mantener en el cultivo o en la finca. Por lo tanto, es clave proveer presas alternativas, como por ejemplo:
a) manteniendo vegetación arbustiva dentro o en los bordes de los cultivos, que proveen poblaciones de pulgones, escamas, cochinillas y otros;
b) sembrando especies de plantas que hospeden herbívoros, que no afecten los cultivos;
c) diversificando los cultivos para aumentar la cantidad de presas disponibles.
Muchas especies de Coccinellidae complementan su dieta con polen y néctar de las plantas, por lo que tener plantas con flores puede aumentar la presencia de mariquitas y prevenir que se fuguen a otras fincas.